La Astrología no es «una herramienta»

Hoy día se suele decir con enorme profusión de la astrología, que es «una herramienta». Tampoco es algo nuevo porque ya se podía ver en libros de las décadas de los 70 y 80, del pasado siglo. Por ejemplo: en la “Guía Astrologica Del Conocimiento Personal” (1978) de Donna Cunningham, encontramos en el encabezado del cap.1: “La Astrología, Herramienta para el conocimiento personal” (Astrology — A Tool for Self-Awareness). Otro ejemplo: en la “Guía de Asesoramiento Astrológico” (1983) de Dr. Bernard Rosenblum, el cap.5 se titula “El desarrollo de la astrología como herramienta psicológica”.

Vemos pues, que esto nos llega de atrás en el tiempo y yo diría que a través de los libros de habla inglesa. Mi país (España) suele incorporar, con unos años de retraso, gran afluencia cultural que viene de USA, Es algo normal aquí: hay un fenómeno de imitación, más que un proceso de asimilación consciente. Tendemos a hablar tal y como oímos o leemos, comúnmente, sin pararse a pensar lo que se dice.

De todas formas, durante los últimos años se ha ido implementando de manera creciente esta expresión —bastante desafortunada, a mi juicio— en el habla hispana. En esto me encuentro, en la práctica, completamente solo porque yo no la uso y explico a continuación la razón.

Cuando leemos libros de astrología antiguos, nos llama mucho la atención, el respeto, e incluso veneración, que se profesaba hacia a la propia Astrología. De manera que en las referencias a ésta, siempre la encontramos ligada a conceptos como «Ciencia», «Divinidad» y «Sacro».

De Arte/Ciencia Divina/Sagrada —«de los Juicios de las Estrellas»— a «herramienta» hay como un salto, un cambio de nivel abismal, que es una degradación evidente. Probablemente de antigua ciencia devino en técnica y de ahí a herramienta, con la des-sacralización consecuente.

Desde siempre, intuitivamente me ha sonado esto como algo chirriante o estridente, fuera de lugar: más una desconsideración que una definición o mero calificativo. Después de pensarlo, por un tiempo, he llegado a la conclusión de que esto se debe principalmente a dos motivos, aparte de lo que decía arriba sobre seguir modas:

1. El predominio de la lógica o razón instrumental, que caracteriza a la posmodernidad mediante un proceso de utilitarismo, por el cual todo se reduce a «cosas» que nos sirvan, a fin de obtener un rendimiento, un beneficio. Y al decir «todo» es literal, ya que se puede ver como se aplica el mismo calificativo casi cualquier cosa que podamos imaginar: desde la meditación, el yoga, el tarot, el lenguaje, la política, ¡las relaciones!, ¡los arquetipos! Y por supuesto, la carta astral, todo son herramientas.

Es decir, que tras este uso del lenguaje, hay como una mentalidad para la que todo adquiere un valor en función de su utilidad. Lo cual es equivalente a pensar que nada vale nada en sí mismo. Y cuando todo se aplasta con esta apisonadora nihilista, todo es lo mismo: herramientas, utensilios al servicio de un ego. Pocas veces escucharemos lo contrario: Yo, como herramienta, al servicio de algo fuera de mi ego. ¡Cómo cambia la cosa dicha así! ¿Verdad?

Sin embargo, la Astro-Logía en tanto que «Logos» es mucho más que una «cosa» que nos es útil: es un Lenguaje Sagrado, para empezar. Y el lenguaje tampoco es una herramienta.

2. El gran complejo de inferioridad —del que tengo pendiente escribir algo más adelante— generalizado en los astrólogos que pretenden justificar, mediante su utilidad práctica, una astrología sistémicamente devaluada.

De tal modo, se lanza el mensaje de que la astrología «sirve» para algo ¡es útil y provechosa! Pero esto es contraproducente, desgraciadamente, porque en la medida en que se valoriza algo en función de su utilidad, lo importante pasa a ser el objetivo —en lugar del medio— y una vez alcanzado éste por otra nueva «herramienta», más rentable o eficiente, inevitablemente se desplazará a la anterior, ya que perderá su función de utilidad óptima.

Vamos a poner un ejemplo, para que se entienda, del libro de Anna Kruger: La Astrología, Diseños para vivir. Ed. Urano, 1990. cap.7, pág.108. “La carta astral es una magnífica herramienta para realizar el proceso de la auto-aceptación y la comprensión”. Esto es algo muy típico; también nos vamos a encontrar mucho que la que la astrología es una «herramienta» para el «auto-conocimiento» y cosas así.

De entrada, parece algo bueno y razonable que la astrología sirva para eso —y para muchas más cosas— y eso es lo que se intenta realzar. Pero lo que se manifiesta aquí esencialmente es un interés principal por lograr un objetivo: autoconocerse, autoaceptarse, comprenderse, etc… lo que sea. Mientras que la consideración por la astrología es secundaria: es sólo el medio para conseguir un fin, la herramienta.

Ahora bien, fijaos qué pasa si damos con otro método-herramienta que pueda dirigirse hacia tales fines de forma más rápida, precisa, o mejor. Por ejemplo, la meditación —por decir algo—. Pues en tal caso, ya se puede prescindir completa o parcialmente de la astrología, ya que lo que se busca es un fin y no un medio. El medio da lo mismo. En consecuencia, acaba siendo una calificación autodestructiva o una des-calificación en vez de una apreciación de un logos viviente.

Sin embargo, yo, como astrólogo, aspirante o estudiante, me debo a la Astrología y no al objetivo que se pretenda lograr con ésta: por eso no puedo considerarla de tal forma y no digo nunca que la astrología es «una herramienta» para nada, —algo que además es incompatible en cualquier relación de amor —. No da lo mismo, porque una u otra consideración hacia la astrología, cambia completamente la relación con ésta. Si yo repito el mantra cansino de que la astrología es una herramienta, en realidad lo que hago es definir mi postura: estaré diciendo dónde estoy o desde dónde me acerco, como una declaración de intenciones.

La astrología tiene un valor intrínseco que la hace insustituible porque en sí misma constituye una visión única, que no te la va a proporcionar ninguna otra «herramienta». Y este es precisamente el valor que le vemos, quienes procuramos entregarnos a la astrología.  

¿Y por qué esto me parece tan importante? Porque el lenguaje tiene un poder considerable: pensamos con el lenguaje y con el pensamiento modificamos nuestro entorno. Escuché en una ocasión a Carme Jiménez Huertas decir que incluso “somos lenguaje”. De manera que si seguimos machaconamente insistiendo en que la astrología es una herramienta, al final lo acabará siendo.

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