Principios

Principios básicos sobre la astrología en la actualidad

por Paris Antonio m.g.

revisado el 05/3/2024

Esta página esta dedicada tanto a estudiantes como a consultantes. El objetivo es exponer, en base a la reflexión y experiencia personal, unos cuantos puntos sencillos e interconectados entre sí, sobre las características de la propia astrología en la época actual, que cabría tener en cuenta como paso previo a una introducción a la misma. No se trata de presentarlos tal y como gustaría o convendría que fuesen, sino cómo se nos aparecen en la actualidad y de la forma más directa posible.

Creo que la consideración de estos principios proporciona un fundamento de partida imprescindible, al procurar enfocar de forma clara de qué estamos hablando, antes de entrar en materia y definiciones astrológicas puras como: cartas astrales, signos, planetas, casas, aspectos, etc… De tal manera, que van a ahorrar, sin duda, considerable pérdida de tiempo, desengaños y quebraderos de cabeza. En realidad, pienso que sin ellos no se puede entender absolutamente nada.

Idealmente, como tantas otras cosas en astrología, todo esto debería ser discutido y publicado en el seno una comunidad de estudiantes y profesionales; pero como en realidad tal comunidad no existe y la práctica astrológica está altamente atomizada, no queda más remedio que exponerlos a título enteramente individual, bajo mi criterio y responsabilidad personal, enmarcados en la sociedad española en la que vivo.

Por supuesto, no cabe esperanza de un consenso generalizado acerca de lo que voy a decir aquí (ver regla de la contradicción intrastrológica, más abajo). No obstante, es un buen punto de partida y espero que pueda servir de estímulo para el pensamiento y la posterior construcción de algo más completo y detallado.

El texto es dinámico, de modo que progresivamente se va completando y mejorando.


Definiciones. La astrología originariamente era un sistema adivinatorio basado en la posición y movimiento de los astros en el firmamento. Antiguamente gozaba de bastante prestigio y era venerada como Arte-Ciencia Sagrada (de ahí deriva la consideración moderna de la astrología como «Ciencia Oculta»). Claro, que habría que entender al respecto qué es adivinación en un contexto antiguo y qué significa exactamente ciencia oculta, ya que ambos términos se hallan actualmente muy degradados, de tal manera que a menudo se refiere a ellos de forma despectiva.

De un mundo académico que ya no se ocupa de la astrología, ni la entiende, no cabe esperar gran cosa. Por poner un par de ejemplos:

  • El DRAE actualmente la define como: «1. f. Estudio de la posición y del movimiento de los astros como medio para predecir hechos futuros y conocer el carácter de las personas. 2. f. desus. Astronomía». Esta última versión (peor que la anterior) de la RAE es bastante mala e inexacta, pero por lo menos es una definición, inteligible y bien redactada, algo que ni se puede decir de la de Wikipedia. Nótese que la segunda acepción de la RAE nos indica que en el pasado «astrología» se usaba como sinónimo de «astronomía», (aunque nunca fueran exactamente lo mismo).
  • El diccionario LEXICO de Oxford define astrología como: «Estudio de la posición y el movimiento de los astros, a través de cuya interpretación se pretende conocer el destino de las personas y pronosticar los sucesos terrestres». Esta definición está algo mejor que la anterior de la RAE, ya que introduce los conceptos de «interpretación» y «destino», que son fundamentales.

Lógicamente, si lo que buscamos es comprenderla, en lugar de etiquetarla o descalificarla a priori, hemos de buscar definiciones por parte de quienes se dedican a su estudio.

  • John Frawley afirma (muy inspiradamente) que la astrología es «un medio de describir la naturaleza individual de los momentos de tiempo», refiriéndose a la cualidad del tiempoAndré Barbault concuerda con ello al considerar a la astrología como  «una ciencia de los fenómenos del tiempo manifestado, conocimiento donde se manifiesta el tiempo en la evolución que concierne a tal o cual objeto». Marc Edmund Jones, define a la astrología como «la ciencia de todos los comienzos», en la misma línea que Dane Rudhyar: «la astrología refiere sus símbolos e interpretaciones al comienzo de los ciclos». Mychal A. Bryan, la describe (con bastante acierto) como el «estudio de la relación entre Tiempo, Destino y Cosmos».
  • La astro-psicología humanística, y derivadas, se suelen presentar además como «lenguaje»: un lenguaje de símbolos, de arquetipos o de energías. Dane Rudhyar dice: «la astrología es un lenguaje compuesto por símbolos arquetípicos». En palabras de André Barbault: «el símbolo es a la astrología lo que las cifras son a las matemáticas… Para la astrología el objeto no tiene finalmente sentido sino en tanto que valor simbólico». Stephen Arroyo asimismo la define como «un lenguaje universal de la energía».

Vemos, por tanto, que la astrología se puede definir y explicar de varias formas; obviamente aquí sólo hemos tratado algunas por encima. Por decirlo muy resumidamente, para hacerse una idea rápida, en la práctica lo que hace es tomar algunas referencias celestes e interpretarlas, o «leerlas», en múltiples niveles, que pueden ser aplicados en diversos campos dentro del contexto de lo humano, bien sea personal o social: de tal modo, la astrología es un puente de reencuentro y significado entre lo Microcósmico y lo Macrocósmico.

Personalmente, afirmo que la Astrología no es «una herramienta». por más que se repita esto como un mantra para definirla. Lo explico aquí.


Astrología no es astronomía. Curiosamente en ocasiones se confunden estos términos y conceptos cuando realmente no tienen nada que ver, ya que responden a planos de realidad completamente diferentes.

  • La astro-nomía («nómos» del gr. «regla» o «norma») estudia la parte matemática necesaria para ubicar a los diferentes astros en el tiempo y el espacio: trabaja con cantidades mensurables y se refiere a objetos materiales.
  • La astro-logía, en tanto que «logos» (del gr. «palabra», «intelecto», «sentido»), es un lenguaje cósmico que traduce la cualidad de los sujetos celestes articulando un relato con un significado concreto para una consulta dada.

Donde la astronomía ve sólo piedras que se mueven sujetas a leyes matematizables, la astrología contempla símbolos cuya naturaleza inefable se personifica como divinidad mitológica: Marte (el dios de la guerra) o Venus (la diosa del amor) etc. La astrología requiere del conocimiento astronómico para realizar sus cálculos previos, pero a partir de ahí penetra en una visión del mundo inconcebible para lo que hoy se entiende como astronomía y astrofísica.


Historicidad. La astrología es milenaria: una creación del mundo antiguo que prácticamente nace con la historia conocida.  En su forma básica horoscópica helenística occidental, sus raíces se hunden en una profundidad temporal de más de 2.000 años, a los que podríamos añadir otros 1.500 teniendo en cuenta sus orígenes mesopotámicos. Se puede hacer una división en cinco periodos, siguiendo la clasificación de J.H. Holden, que generan respectivas «versiones» de la astrología: 

  1. Periodo babilónico pre-horoscópico (Astrología v0.0).
  2. Periodo helenístico, inicio de la astrología horoscópica (Astrología v1.0).
  3. Periodo perso-árabe y medieval europeo (Astrología v2.0).
  4. Periodo moderno temprano y renacentista europeo (Astrología v3.0).
  5. Periodo contemporáneo (Astrología v4.0).

Por tanto, no estamos tratando con una moda más, ni con un invento New-Age, ni con un añadido exótico para la sección de pasatiempos de la prensa del pasado siglo XX. La astrología es sabiduría perenne con una dimensión histórica considerable pese a que, irónicamente, sea comúnmente soslayada en lo que a historia se refiere.


Sincretismo. La astrología clásica occidental ha florecido regada por diversas culturas a lo largo de su devenir histórico, a saber: mesopotámicas caldea y babilónica, egipcia, india, helenística greco-romana, persa, arábiga, hebraica, medievo y renacimiento europeo. Pese a su denominación de «occidental», no del todo exacta, no pertenece a una sola cultura o civilización individual sino que es una suma de aportes, de enriquecimiento y refinamiento.


Heterogeneidad. Como no existe un método universal de comprobar cualquier afirmación de carácter astrológico de una forma positiva e irrefutable (ya que la astrología se refiere a cualidades en lugar de cantidades) la validación de ésta se efectúa de acuerdo a una práctica individual y subjetiva, dando a lugar a gran suma de métodos y escuelas. No se puede demostrar, de manera indiscutible, que una forma sea la mejor sobre las otras y por eso hay tantas corrientes, tal y como ocurre en la filosofía, la psicología, o el arte, por ejemplo. En astrología hay diversidad, no un pensamiento único; de ahí los distintos zodiacos, sistemas de casas, tipos de aspectos, etc…


Las astrologías. En consecuencia con los puntos anteriores, vemos que no existe un concepto unificado de «astrología» y no se puede hablar de una sola astrología monolítica, hecha de una pieza, en singular sino de “astrologías” en plural, o más bien de «escuelas» o «corrientes» astrológicas; cada una con su propia filosofía, psicología y metodología.

Cuando se utilizan expresiones tales como: “la astrología dice tal o cual cosa” o “según la carta natal, esto o lo otro” se puede crear enorme confusión, si quien lo oye no entiende que se está hablando desde un punto de vista muy determinado entre una amplia diversidad histórica-cultural. El problema viene porque muchas veces se habla como si sólo hubiese una sola forma de astrología (que suele ser la que expone cada cual). Pero no se puede afirmar que exista algo como “la astrología” a secas, sin entender “la astrología de tal escuela, de tal periodo, de tal cultura, corriente de pensamiento, etc…”. Y esto es particularmente importante en nuestra época en la que la astrología se halla tan fraccionada. Hay que especificar. Por tanto, cuando yo particularmente hablo de astrología, me refiero a la que yo personalmente he estudiado, a la que yo entiendo, a la que yo practico: que puede ser muy diferente e incluso contradictoria respecto a la astrología que han estudiando, entienden  o practican otras personas.

Naturalmente, cuando hay una incapacidad de comprensión y respeto a la alteridad o intolerancia, dicha pluralidad ocasiona toda una serie de desencuentros, polémicas y luchas intestinas. Con referencia lo anterior es observable un fenómeno de imitación, bastante fidedigna, del proceso de detracción que sufre la astrología ante agentes externos, incluso dentro de la propia astrología. De manera que, tristemente, no es de extrañar el encontrarse con desinformación, distorsiones, simplificaciones, ridiculizaciones y malentendidos varios, por parte de unas escuelas o corrientes astrológicas hacia a otras.


Regla de la contradicción intrastrológica. Éste es sin duda el punto que puede causar más perplejidad y confusión, tanto en estudiantes como en consultantes, pero conviene asumirlo de entrada para saber lo que nos vamos a encontrar constantemente.

  • La regla viene a decir que: «cualquier precepto, método, interpretación o afirmación, que una escuela, corriente astrológica o astrólogo particular, considere como efectivos y sumamente importantes, van a ser ignorados, tergiversados, despreciados, rechazados o incluso combatidos por algún otro».

No hay unanimidad o un consenso básico: en astrología 2 + 2 no son 4 porque siempre hay variantes, puntos de vista, interpretaciones y experiencias distintas:

  • Lo vemos en los diversos enfoques (¿Astrología tradicional o astrología psicológica?).
  • En los sistemas de casas (¿Plácidus o Koch?).
  • En la elección de uno u otro zodiaco (¿Trópico o sidéreo?).
  • En el uso o desuso de la variedad de elementos que pueden componer una carta astral (lotes, nodos, asteroides, puntos-medios, etc…).
  • En la valoración positiva o negativa de las innumerables técnicas astrológicas (direcciones, progresiones, profecciones, tránsitos, revoluciones, etc…).
  • Incluso en el significado divergente de los puntos básicos como planetas, signos, casas y aspectos.

Todo esto, que ya ocurría en la antigüedad pero que se viene multiplicando hoy día, evidencia que la astrología se fragmenta más y más a medida que se expande. 


Ramas y divisiones. La astrología clásica se divide en cuatro ramas principales. 

  • Astrología Mundial o Astromundial es la que aborda la meteorología y accidentes naturales así como el destino general de pueblos, naciones, culturas o civilizaciones.
  • Astrología Natal, estudia la carta astral-natal de seres individuales.
  • Astrología Horaria o de las Interrogaciones que trata de responder de forma concreta a cuestiones planteadas en un momento dado.
  • Astrología Electiva se dedica a examinar la cualidad del tiempo de cara a establecer un momento propicio (o evitar uno nefasto) para el inicio de cualquier empresa o actividad.

Además de estas ramas básicas están las aplicaciones a cualquier campo: astrología aplicada a la salud (astromedicina), astrología aplicada a la psicología (astro-psicología), astrología aplicada al mundo de la empresa (astrología empresarial), astrología aplicada a las relaciones humanas (astrología de las relaciones, sinastría) etc… aquí más bien se trata de especializaciones.

La adjetivación puede referirse asimismo al tipo de orientación o escuela, según modelos varios filosóficos, psicológicos, religiosos, espirituales o ideológicos, como: “astrología humanística”, “astrología esotérica”, “astrología kármica”, etc. A referencias geográficas: “astrología occidental”, “astrología oriental”, etc. A periodos históricos: “astrología helenística”, “astrología medieval”, “astrología renacentista”, “astrología moderna”, etc.

Frecuentemente se establecen además tipologías artificiosas en base a una técnica o un sistema utilizado, a pesar de que la astrología en sí pertenezca a cualquier grupo de los anteriores; algo que acaba resultando innecesariamente confuso ya se trata prácticamente de la misma astrología. Por ejemplo, cuando se habla de “astrología sideral”,  “astrología tropical” o “astrología dracónica” por la preferencia de cada una de ellas por un tipo de zodiaco (sideral, trópico o dracónico) respectivamente; o de “astrología topocéntrica” por el sistema de casas utilizado, o “astrología predictiva” por usar técnicas de pronóstico.

En ocasiones, se da también la renuncia a utilizar el propio término de “astrología” en favor de neologísmos como “cosmobiología” o “cosmología arquetipal”, etc.

Hoy día vemos se usa profusamente la sobre-etiquetación como estrategia de distinción y a modo de reclamo comercial, por lo que nos podemos encontrar con “astrología tal” o “astrología de cual”, prácticamente de cualquier cosa dentro de los límites únicamente de la imaginación.


Astrología clásica o tradicional y neo-astrología. De toda una larga serie de grupos y divisiones, la principal y más importante, a mi entender, sería la que distingue entre astrología tradicional y astrología no-tradicional.

  • Astrología tradicional es la que conserva la transmisión de unas bases, unos principios, unas raíces, que se dan en nuestro caso desde el periodo helenístico hasta el siglo XVIII, donde esta continuidad se diluye hasta ser empezar a ser rescatada, durante la década de los 80 del pasado siglo XX, en un resurgir con fuerza renovada. La astrología tradicional es tanto la astrología actual, contemporánea, como las astrologías pasadas, que se han mantenido fieles, pese a diversos cambios, a esa cadena de transmisión y conexión con su origen milenario. Podemos referirnos a esta astrología tradicional también como “clásica” dado su vínculo con una tradición culta y su referencia a un modelo original atemporal (lo clásico es lo que no pasa nunca de moda).
  • La astrología no-tradicional es la astrología de la actualidad, contemporánea, que ha roto con ese nexo, no mantiene la transmisión, no conserva la tradición al ignorarla o rechazarla y por tanto es neo-astrología; una astrología de nuevo cuño que se empieza a perfilar en el siglo XIX y que se desarrolla independientemente de la tradición durante todo el siglo XX. A esta última neo-astrología se la conoce actualmente como “astrología moderna”; denominación que no resulta convincente porque la “modernidad” en realidad pertenece a otro periodo histórico (astrólogos “modernos” eran William Lilly o Morin de Villefranche, por ejemplo).

A veces se intenta establecer un paralelismo con la dicotomía “astrología predictiva vs astrología psicológica”, en la que la astrología tradicional sería la “predictiva” y la neo-astrología la “psicológica”: algo que me parece confuso y desafortunado porque la astrología tradicional también puede ser “psicológica” y la “moderna”, aunque no lo reconozca, “predictiva”.


Fragmentación del corpus astrológico. El conocimiento astrológico está compartimentado en múltiples núcleos constituidos en torno a alguna escuela o figura relevante. Una buena imagen de esto sería una especie de archipiélago con múltiples islas de todo tipo, forma y tamaño: algunas islas están mejor conectadas con otras o tienen más visibilidad, mientras que otras permanecen prácticamente vírgenes, siendo poco visitadas o prácticamente desconocidas. No hay, por tanto, un corpus común unificado y homogéneo sino más bien una dispersión: por eso es difícil un estudio más o menos completo e imposible tener un conocimiento integral de toda la astrología en la actualidad. Las nuevas tecnologías facilitan que haya ciertos vasos comunicantes pero siguen siendo insuficientes o precarios, dada idiosincrasia de la propia materia astrológica en el mundo en que vivimos. Tampoco hay una buena transmisión generacional: es decir, que el conocimiento se tiende a perder y tiene que ser continuamente rescatado, paralelamente re-descubierto o reinventado. En la actualidad, lejos de constituirse en un sistema bien cohesionado o al menos óptimamente intercomunicado y consciente de todas sus partes, se tiende más bien a la fragmentación, la disgregación, la diseminación y la inconsciencia de unos núcleos respecto a otros. El tiempo dirá si la astrología se está integrando o desintegrando: yo creo que más bien lo segundo.


Astrología «Pop» para el entretenimiento. Lo que hoy en día se conoce popularmente como “astrología” u “horóscopos” no es más que una simplificación extrema, producida por algunas empresas comerciales que vieron que era mucho más fácil y rápido vender una astrología basada en “12 signos” (ya que éstos no requieren ningún cálculo por estar determinados según la posición anual del Sol en el zodiaco) que en la “carta astral” completa y personalizada.

Esta astrología de signos zodiacales pronto gozó de gran aceptación por parte del público, de modo que también surgió toda una serie de literatura dirigida en este sentido: el carácter Aries, el hombre y la mujer Aries, los niños Aries, Aries y el trabajo, Aries y la salud, Aries en el amor, etc… y así con el resto de signos. El libro de Linda Goodman «Sun Signs» (1968) fue decisivo entrando la lista de los libros más vendidos del New York Times (se estima que el total de las ventas de libros de esta autora superan el conjunto del resto de libros astrológicos).

También se pusieron de moda, en la sección de pasatiempos de la prensa, las “predicciones del horóscopo”, mensuales o semanales, con algunas indicaciones  dedicadas a cada signo. Tales pronósticos, que aún se siguen haciendo vía internet, cuando están bien realizados y no son directamente invenciones por parte de gente que no sabe astrología o copias de meses anteriores (cosa que también se ha dado), obviamente son muy generales e impersonales.

Bien, pues todo este tipo de astrología popular (abreviadamente “pop”) que es el que más o menos conoce todo el mundo, porque es la que más ampliamente se ha divulgado: no es la astrología a la que nos referimos y dedicamos aquí. A este respecto conviene diferenciar entre la astrología verdadera real, culta, o profesional, y la astrología pop para el entretenimiento, pasatiempo o «meme».


Dimensión artística y singular. Dadas la diversidad, especialización, divisiones y carácter interpretativo de la astrología: el astrólogo en sí, como individuo, en tanto sujeto que la ejerce, tiene una relevancia capital. El «quién» importa, no da lo mismo: si acudes a una consulta con John Frawley (referente de la astrología tradicional) o con Liz Greene, (referente de la neo-astrología psicológica), por poner dos ejemplos conocidos, las lecturas de la carta no va a ser iguales. Las visiones y corrientes diferentes, parten de puntos diversos que generan sus propias técnicas y llegan a conclusiones probablemente alejadas entre sí (aunque siempre puedan haber partes similares).

Además, pese a que no sea absoluto, también hay un grado considerable de componente personal, creativo, intuitivo y por tanto intransferible, tal y como ocurre en el arte y en cualquier otra disciplina donde juegue un papel la subjetividad y singularidad. La interpretación astrológica es un Arte en sí; no quiere decir esto que sea algo arbitrario que se da a capricho, porque todo arte también conlleva su metodología y disciplina, pero existen márgenes y criterios personales.

Por tanto, incluso aunque hubieras estudiado con cualquiera de los dos ejemplos anteriores, hayas leído todos sus libros, asimilado sus conocimientos y aplicado todas sus reglas y consejos pormenorizadamente: nunca vas a interpretar una carta exactamente como ninguno de los dos, de la misma forma que dos intérpretes musicales no van a ejecutar igual la misma partitura.

Stephen Arroyo lo resume muy bien en una sola frase de su libro «Relationships and Life Cycles»: «La práctica de la astrología es un arte tan individualizado que cada persona desarrolla necesariamente su propia forma de enfocarla y expresarla.»


La astrología se estudia. Precisamente el título de este sitio es para subrayar esto. Podemos estar de acuerdo con ella o no, pero lo cierto es que la astrología requiere estudio (y bastante prolongado además), al igual que otros conjuntos de conocimientos organizados con una lógica y coherencia interna. No es algo que se pueda aprender en dos días o explicar en un rato, ni tampoco es cuestión de decir lo primero que se nos ocurre al ver una carta astral.

La astrología se enseña, se aprende, se practica. Hay que conocer distintos atributos de los elementos que componen la carta y saber combinarlos según unas reglas que siguen una metodología determinada (de acuerdo a diferentes escuelas); analizar para después sintetizar y concluir; lo cual requiere paciente estudio previo,  reflexión y maduración, así como consulta bibliográfica.

Por tanto, conlleva su tiempo, supone un gasto energético y constituye un trabajo. La experiencia te permite agilizar el proceso, pero no existe algo como «mirar superficialmente» o «por encima», como a veces ingenuamente se solicita, porque hasta la respuesta más simple o escueta a una pregunta, como dar un solo «sí» o un «no» requiere todo el proceso completo que puede ser más o menos complejo y elaborado.

¿Y dónde se estudia la astrología? Donde se pueda y a través de todos los medios disponibles: la forma habitual es en una escuela privada, tomando clases particulares o siendo autodidacta, pero actualmente ¡a diferencia del pasado! no existen estudios académicos oficiales de astrología, al menos en España.


La astrología es una práctica. Este punto es muy importante porque se propaga una idea confusa que viene a decir algo así como que la astrología es un conjunto de creencias, una suerte de religión que implica una fe, dado que se basa en teorías indemostrables, etc… Si bien es admisible que pueda haber algo de todo ello, ya que la astrología nos re-liga con el cosmos, lo cierto es que el objetivo de la astrología tradicional no es que «creas» en ella, ni que adores a los astros (astrolatría) sino su aplicación práctica sobre temas y situaciones específicas.

La astrología es una disciplina plenamente operativa con la que se obtienen resultados independientemente de la fe, creencias, filosofías y teorías de cada cual. Es aplicable y comprobable por todo aquel que la estudie y la practique debidamente, siempre dentro de ciertas reglas y límites de acuerdo con su carácter natural y orientada a su objeto.

Por tanto, además de estar constituida por un cuerpo teórico sujeto a estudio, la realidad de la astrología como una práctica es evidente, de manera que es más acertado hablar de «práctica astrológica» que de «creencia».


La astrología es compleja. Presenta un cuerpo de conocimiento bastante complejo dada la diversidad de elementos que lo componen, sus posibles combinaciones e interacciones, además de la especialización que requiere su aplicación en diversos campos. A veces tal pluralidad puede resultar incluso abrumadora al tomar formas manifiestamente intrincadas.

Tomemos como referencia el juego del ajedrez cuya sofisticación está fuera de duda: son dos bandos de 16 contra 16 piezas moviéndose en un tablero de 64 casillas con sus propias reglas ocasionando infinitas posibilidades de juego. El «tablero zodiacal» básico que tenemos en astrología es algo más complicado ya que consta de 360º grados o «casillas» divisibles de acuerdo a distintos criterios: en 12 signos, 60 términos o 36 decanatos. Y como «piezas» móviles tenemos luminarias (Sol y Luna), planetas, ejes angulares (ASC, MC), nodos lunares, diversos lotes o partes, estrellas fijas, e incluso algunos asteroides… formando entre todo el conjunto infinitas combinaciones.

No se trata, por tanto, de la típica clasificación en 12 signos zodiacales de acuerdo al signo solar. Basta observar sólo a los tres signos principales de la carta, correspondientes al Ascendente y las luminarias (Sol y Luna), para alcanzar la cifra de 12³ = 1.728 combinaciones. Y si además las matizamos con la posición de sus respectivos planetas regentes nos encontramos con (12*12)³ = 2.985.984 combinaciones.

Dada la cantidad de piezas y su característico movimiento cada «jugada» en astrología es prácticamente irrepetible, de modo que nunca nos vamos a encontrar con dos cartas astrales o «partidas» idénticas. Claro, si fuese tan simple como aparece en su versión pop de los doce signos, no haría falta ni estudiarla. No hay que desanimarse con esto, pues existe toda una serie de reglas que nos permiten navegar por este mar de infinitas combinaciones, pero si esperamos simpleza de la astrología estamos llamando a una puerta equivocada.


Mala divulgación. En general y salvo honrosas excepciones, la astrología de largo viene siendo bastante mal presentada al público, quizás porque la dirección de la divulgación masiva no ha estado a cargo de quienes realmente han poseído un conocimiento práctico y profundo sobre el tema, o porque respondían a otros intereses. Por el contrario, se ha propagado una versión desafortunadamente simplificada y de baja calidad, por parte de medios dispuestos a ofrecer un mero entretenimiento, en lugar de la difusión de un conocimiento valioso con el debido respeto y aprecio.

La verdadera astrología está censurada en los grandes medios de comunicación; y en las pocas ocasiones en que se trata, se le suele dar más protagonismo a voces contrarias o dispares que a quienes realmente saben del tema, a fin de promover estéril polémica y confusión en lugar de claridad.

Desgraciadamente, a la mala divulgación se suman los propios «profesionales», e incluso «docentes», de la astrología con una formación deficiente que deja mucho que desear. Afortunadamente, esto está cambiando en los últimos tiempos gracias a internet; de manera que ya hay profesionales haciendo una labor divulgativa excepcional y sin precedente en cuanto a la calidad (en una minoría, eso sí).  No obstante, aún queda mucha inercia acumulada de la etapa anterior, con el lamentable resultado de que lo poco que la mayoría del público conoce sobre astrología suele ser muy confuso, erróneo, tergiversado o absurdo sin más.


Desinformación. Históricamente el estudio y difusión de una astrología real culta no es conveniente para algunos intereses, por tanto, además de una mala divulgación generalizada, también hay que observar una considerable labor desinformativa contra la astrología. Dicha desinformación deliberada consiste en campañas de descrédito, más o menos organizadas, mediante la propagación de toda una serie de bulos y falacias diversas, a fin de construir un estereotipo caricaturizado y degradado, una imagen falsa gravemente erosionada de la astrología, en base a la cual el público se pueda formar una opinión peyorativa e incluso adversa.

En realidad, en lugar de propiciar un debate o polémica intelectual (como la que pudo haber en la Baja Edad Media) lo que se esgrime ahora es mera propaganda anti-astrología. Véase el tema de Ofiuco como ejemplo.


Marginalidad. Debido a su propia peculiar naturaleza y su devenir en un tortuoso proceso histórico plagado de ataques, censuras, persecuciones y prohibiciones, la astrología es ampliamente desconsiderada en nuestra civilización actual.

Vivimos en una cultura anti-astrología, que en general ya no es capaz de asimilar los conocimientos antiguos ni mucho menos generarlos sino más bien destruirlos, reprimirlos, distorsionarlos o degenerarlos y arrinconarlos al margen del sistema: en la periferia del mundo de lo «alternativo», el «misterio», lo «oculto»  y «esotérico». De este modo la astrología en la actualidad es «tolerada» (cuando hay un momento histórico en el que el poder político es más abierto) en su deformación inferior de pasatiempo popular mediático (entretenimiento), rareza exótica del mundo del misterio («ciencia oculta», «esoterismo»), o actividad comercial dentro de lo que se conoce como «supermercado espiritual» (producto de consumo). Sin embargo, como conocimiento válido, como «logos» en su vertiente superior: es absolutamente rechazada y vista con recelo como una amenaza al paradigma vigente, o con desprecio al ser mal considerada como una superstición in-extinta de tiempos pretéritos.

Por tanto, y muy importante esto: no cabe esperar un mínimo reconocimiento público o consideración seria e información fidedigna por parte de organismos, medios e instituciones próximos a, o dependientes de, un poder sistémico que ha condenado a la astrología relegándola al ostracismo. Todo al contrario, en todo caso, la astrología es víctima de burla, desprecio y expuesta como modelo de mal ejemplo desde en programas de tv-basura hasta en universidades.


La astrología no es para todo el mundo. Según mi parecer, la astrología está contraindicada para algunas personas o en ciertas situaciones determinadas. Aunque resulte impopular esta afirmación y ciertamente anticomercial, en honor a la verdad es algo que hay que advertir.

En consecuencia lógica con el punto anterior: no todas las personas están preparadas para comprender o asumir las implicaciones que se derivan de una práctica astrológica cabal o de la consideración de la astrología como una verdad positiva, en el sentido operativo. En tanto que sabiduría perenne, en principio, tenemos la facultad de poder reavivar en nuestro interior cualquier visión por muy alejada que parezca del actual paradigma. Pero eso no a todo el mundo le surge espontáneamente de forma natural, sino que supone un esfuerzo de asimilación y cierto cuestionamiento del esquema cognitivo impuesto culturalmente; algo que la mayoría de la gente no se halla en disposición de realizar.

De manera que cuanto más bajo y simple es el nivel de la astrología en cuestión, más popular es, mientras que a medida que vamos ascendiendo de nivel resulta  progresivamente inaccesible por una falta de capacidad de comprensión básica para la mayoría (cosa que tampoco ocurre únicamente con la astrología). No se trata, pues, de una cuestión de exclusividad sino de la capacidad individual en el presente de evocar y re-conectar con ciertas miradas y principios que fueron desterrados y olvidados por nuestra civilización presente. A algunas personas no les cuesta nada asimilar rápidamente estos principios porque ya permanecen en ellas de una manera natural pero, sin embargo, otras no lo podrán hacer nunca.

Yo creo que en el fondo hay una predisposición personal innata de rechazo o simpatía hacia la astrología y otros conocimientos o prácticas de características similares.


Supermercado astrológico. Durante el pasado siglo la astrología sufrió un proceso de mercantilización mediante el cual degeneró, de ser un servicio consultivo interpersonal a un producto de entretenimiento para consumo de masas. La astrología forma parte actualmente de lo que se conoce como supermercado espiritual o de la Nueva Era (New-Age). Este hecho condiciona en gran medida la forma en que se presenta y se desarrolla.